martes, 14 de febrero de 2012

ROMA Y EL PUENTE VICTORIA

Puente Victoria
Una de las palabras muy coloquiales de mi pueblo, desde no sé cuando, ha sido "vamos al puente". Esto indicaba muchas cosas que nosotros los romanos nomás entendíamos y entendemos, como por ejemplo: "vamos a bañarnos a algunas de las acequias, que son vertientes, del río Chicama"; "vamos a caminar, conversando, hasta el Puente Victoria"; "vamos a bañarnos en el río Chicama"... En realidad, se había convertido en un rito obligatorio para los de mi generación, y unas cuantas generaciones más, el tener que ir hacia el puente. Digo unas cuantas generaciones más, porque a los jóvenes y niños de ahora sólo les interesa el play station o cualquier otra distracción virtual, pero ya no los paisajes del valle Chicama ni el caminar.
Contaminación constante en la ribera del río
"La muralla"
Pues he ido con mi hermano y con la pareja de mi hermano hacia el Puente Victoria. Desde esta edad mía y desde lo que hasta ahora he aprendido me causa mucha pena la cantidad de basura que hay hacia el venerado puente (que para nosotros comprende por lo menos unos 500 metros a la redonda tomándolo como centro). Recuerdo que siempre se ha acumulado la basura en la ribera del río Chicama, y creí desde niño que eso era lo más natural. En verdad yo lo encontré en esa situación de acumulación de sedimentación cultural (como dicen los pruritos ecologistas) siempre ardiendo, siempre en cenizas, pero por aquel entonces sin trozos de paredes, de techos, de casas viejas. Recuerdo que las personas mayores nos decían que el lugar se llamaba "La muralla", y nos daban el dato como quien tiene mucha experiencia en la vida y como para recordarnos que las cosas siguen así desde ni ellos sabían cuándo, pero con la intención de que todo continúe así. Por entonces la basura era nuestra basura, la basura que producían los romanos y nadie sabe (tal vez lo saben pocos) cuándo fue el día en que Casa Grande vino a botar su basura en este lugar, al igual que Ascope, y según las malas lenguas, también Sausal, Chicama, y en algunas ocasiones hasta Chocope. La muralla se convirtió en el botadero del valle Chicama y en foco de contaminación número uno. Hay tanta basura que los reclamos de los municipios contra la quema de la caña de azúcar es ridículo e indignante porque este río se contamina un millón de veces más y de manera ininterrumpida con la sensación de que las autoridades no piensan interrumpirla y acabarla lo más pronto posible, como que creen que es ley natural y divina la cual se debe mantener por los siglos de los siglos.
Los trailers siempre cruzan este puente
Y recordé mi niñez, los peces en el río, el agua fresca y limpia cuando el caudal del río mengua, los trailers llevando la caña de azúcar quemada, y nosotros depredando cuarteles de caña porque para entonces era un pasatiempo obligatorio que nos identificaba como gente del Valle Chicama. Recordé la pesca en el río, las mojarras, los lifes, las charcocas, los blancos, los camarones, el cangrejo de río, los bagres, el repunte de agua, la leña de chilco y de uña de gato (no es esa de la medicina sino otra planta), de espino, de pájaro bobo; recordé las escapadas de casa con la guaraca matando lechuzas, pájaros y lagartijas... recordé las varias veces que por escaparme sin permiso al puente, tenía que meterme bajo la cama porque mi preocupada madre me esperaba con un palo o con la correa para demostrarme que era buena gente pero que sobre toda esa propaganda tendenciosa al "sexo débil", ella era mi madre y lo seguiría siendo por mucho tiempo, por el tiempo en que se percatara que ya puedo valerme por mí mismo. Sí, gracias mamá por preocuparte y por ejercer tu autoridad sobre este, para entonces, descarriado pata de perro.
Vertientes del río Chicama
Pero el río está herido y la herida me duele todavía ¿qué hacer, Dominus? ¿qué hacer?

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