Un años más de estudio, un año más en que nos otorgas tu gracia, Dominus. En estos próximos 387 años de creación y de ininterrumpida labor, el Seminario Mayor San Carlos y San Marcelo de Trujillo dio por iniciado (por tu bondad) el año académico 2012.
Por eso no queda más que agradecerte, Señor, por tanto bien que otorgas a tu Iglesia. Los jóvenes escuchan tu llamada y para alegría de todos responden generosamente con cariño y a la vez con gratitud.
Seminaristas y sacerdotes juntos
Por mi parte, aún me siento pequeño por esta generosidad tuya para conmigo, aún me siento verdaderamente conmocionado por haberte fijado en mí cuando sabes que he conocido a muchos jóvenes mil veces mejores que yo, Dominus. Me has respondido de a pocos con los años, y a pesar de ello no logro entender, aunque ya no se trata de entender si no de sentirme siempre agradecido. Diez años de cambio, diez años de tanto amor evidente para conmigo, diez años de cercanía; pero también de largos silencios. De esto último ya no hablaré.
Celebración de la Santa Misa
Hay quienes creen todavía que los jóvenes estudian en el seminario para ser sacerdotes, y por más que uno les explique que no es así siguen en la misma línea del error. No se estudia para ser sacerdote, se estudia para enseñar, para servir. No es que cuando uno acaba el seminario se gradúa de sacerdote. No, no es así. El ser sacerdote no es un derecho que se obtiene por haber estudiado tres años de filosofía y cuatro años de teología. El sacerdocio es un don que Dios lo da a quien crea conveniente, a quien llame. Y Tú, Dominus, porque lo has querido así, dejaste tal encargo en manos de tu Iglesia, la que a su vez -siendo Tu Cuerpo y tu esposa- ha depositado tal responsabilidad a los Epíscopos u Obispos. Los Obispos consideran el tiempo propicio de modo prudencial. No se estudia para ser sacerdote: se estudia para servir, para orientar, para educar, para animar, para clarificar...
Gracias, Dominus, por tanto bien.
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