lunes, 15 de septiembre de 2014

AHORA SÍ CAYERON EN LA CUENTA DE DONDE ESTÁN

Un centro penitenciario nunca es lugar donde uno quisiera pasar la noche. Es más ni siquiera debería existir. Pero la sociedad tiene leyes que le permiten protegerse de sus propios ciudadanos, sancionar a enemigos de todo tipo (no sólo los políticos hacen eso) o simplemente crearle a alguien una situación de curriculum vitae para algún ascenso en la escala de poder.
La primera vez que fui al Centro Penitenciario de Mujeres no fue, para mí, tan impactante como cuando había ido al Penal de Varones, pues el ambiente era muy distinto. El sitio donde están internadas las mujeres parecía una casa de reposo, de retiro, antes que un Penal. La única verja que había era aquella que circundaba el total del área de los dos únicos pabellones. Las internas podían ir libremente de un pabellón a otro e incluso algunas tenían un pequeño huerto donde sembrar; el trato con las agentes penitenciarias era amical, cordial, e incluso la cercanía con la Directora del Centro Penitenciario pues sólo era cuestión de pasar al patio cerca de un pabellón pues allí estaba la oficina. Era un espacio verdaderamente acogedor; y aunque no teníamos capilla para la celebración de la Santa Misa, nos bastaba un espacio pequeño donde celebrar con las pocas internas que acudían.
Pero un día llegó la modernidad y junto con ella la esperanza de creer que las internas estarían mucho mejor y nosotros en algo mejor. Se habló de la modernidad y la practicidad del Penal para las mujeres internas y sobre todo de su bienestar psicológico.
Empezó la construcción y las mujeres se adecuaban pasando por muchísimas incomodidades en bien del progreso y del bienestar futuro. Pero algo andaba mal. Empezaron a aparecer más verjas, más alambradas de navajas, más mallas metálicas, tanto así que los pabellones ya no estaban unidos sino definitivamente separados por mallas metálicas y todos los obstáculos que pudieran ser necesarios. La oficina de la Directora quedó muy lejos y llegar hasta allá se requería pasar por la rotonda de circuitos que controlaban los seguros de las nuevas puertas que aparecieron con la modernidad.
En la inauguración se me escarapeló el cuerpo al ver tantas barreras. Una interna se acerca y me dice con su carita de pena y fastidio: "ahora sí que estamos en un penal", y me preguntaba ¿era necesario tanta aclaración?
A la semana siguiente la imagen de Cristo crucificado estaba abandonada en la intemperie junto a una pequeña gruta que construyeron. Sé que es propiedad del Centro Penitenciario y por ello no se puede hacer mucho. Sin embargo, me decía que la modernidad viene hasta con la falta de respeto a aquello que es sagrado para algunas personas privadas de su libertad y no privadas de su libertad.
¿Era necesario tanto alambre? ¿Era necesario despreciar tu imagen, Dominus, abandonándola como si no significara algo? 

jueves, 10 de julio de 2014

MUY CERCA DEL CIRCO... MUY CERCA DEL ÁRBOL

La imagen se presentaba perfecta frente a mí y a primera vista pude entender lo que me permitías ver. El Padre Tarcisio estaba al fondo sentado en una silla de plástico bajo el árbol de güaba o pacay, como tomando el primer lugar del escenario y detrás de él una pintura infantil en la pared: El Gran Circo.
Recordé que cuando niño me daban miedo los payasos y por eso siempre estaba acurrucado en los brazos de mi madre hasta el día en que el payaso contaba una historia triste, su historia, que le llevó  derramar lágrimas a borbotones y sobre todo a gritar su llanto con tanta fuerza que sus lágrimas eran chisguetes saliendo cerca de sus ojos (en realidad era un chisguete colocado en su nariz roja) que me hicieron llorar con una pena profunda.
El Padre estaba al fondo sentado vestido con alba y sobre sus hombros la estola verde. No es que no le guste usar la estola morada para las confesiones, pero en el lugar donde estábamos prefiere la estola verde porque el verde es el color de la esperanza, esperanza que necesitan las internas del Penal de Mujeres que curiosamente se ubica en el pueblo llamado El Milagro. Está sentado y Tú, Dominus, me llevas al pasado a recordar que cuando joven iba al circo a ver las piruetas de los artistas, a los felinos que rugen y atemorizan, y siempre con la interrogante ¿cómo es la vida en el circo? siempre me llevaba esa inquietud y un amigo me decía que era una especie de pueblo errante donde se pasa la vida atada a las plumas que levantan la carpa y al arte que llama a la función. Y recordaba al payaso que me hizo llorar cuando niño.
Pero ahora estaba en este Centro Penitenciario que parece el Gran Circo. Las internas que van de un sitio a otro y algunas van colocando bancas y sillas en el patio, frente a mí, para crear un espacio donde se pueda celebrar la Santa Misa, mientras al fondo el Padre espera dar la función de la misericordia. Anuncio el acontecimiento e invito a ir donde el sacerdote para que no solo cuenten la historia que cargan en el corazón sino para que sonrían por saberse perdonadas, por saberse verdaderamente amadas por el buen Dios que fue el hazme reír del pueblo que no sabía lo que hacía pero que se llevó la gran sorpresa de la misericordia y muchas veces hasta las lágrimas por tanta gratitud.
Dominus, sin embargo no hemos dejado de hacer espectáculo contigo, no hemos dejado de ponerte en ridículo y no hemos dejado que hagas malabares por nosotros. Estas hijas tuyas quieren ver el gran show de tu amor para que entiendan que solo fue una sola escena eterna la que trajo consigo la vida nueva y eterna. No fue un gran show sino en realidad fue el acontecimiento de nuestra historia. Los payasos hemos sido nosotros pero ahora nos limpias la careta, el maquillaje del pecado que nos ha desfigurado la humanidad. Las internas buscan la alegría en el corazón y no te has hecho el difícil de encontrar. Empiezo la Santa Misa.

jueves, 12 de junio de 2014

CUANDO MIS LENTES SE FUERON DE VACACIONES... ME TUVE QUE CUIDAR DE LOS PIADOSOS

Hace un año y meses que empecé a usar lentes. La verdad no sabía que tengo astigmatismo e hipermetropía; pero además tuve que saber que los lentes no eran cosa económica en realidad y como uno no nada en dinero me pareció oportuno comentarlo con una señora buena quien muchas veces ayuda a seminaristas y sacerdotes. Me recomendó una óptica porque según ella la dueña era una persona piadosa, amabilísima y sobretodo considerada con los sacerdotes. Fui al sitio aquel y aunque la recomendación estaba hecha preferí comprar los lentes en otra óptica porque un sacerdote amigo me dijo que podía conseguir un mejor precio. Y así fue. Y usaba los lentes hasta fines de marzo del presente año porque resulta que me quedé dormido en un bus y como me incomodaban preferí colocarlos en mi morral. El asunto es que los perdí.
Así es que después de un año regresé, el 09 de abril, al oftalmólogo quien me midió la visión y fui en busca de los lentes que me hacían falta con urgencia. Óptica por aquí, óptica por allá y recordé la bendita óptica recomendada. Como venía de escuchar precios increíbles por unos lentes transitions, antirreflex, y no sé qué más, me pareció la oferta muy considerada porque claro, aún recordaba el consejo ese de "Padre vaya a esa óptica porque allí le dan rebaja a los sacerdotes a quienes consideran mucho...". La verdad sentí que el trato era maravilloso y sobretodo el precio ofrecido que incluso me dije a mí mismo que hice una gran compra, aunque la montura que presenté fue de unos lentes toscani de sol que usaba. Incluso la que me atendió me dijo -como en las demás ópticas me dijeron- que tenía que pagar un extra por el tamaño de las lunas, pero llamó, habló y dijo no se preocupe que por el precio que le dije (400 soles) lo hacemos de todos modos y no le vamos a recargar más. En mi corazón, que latía de gratitud y emoción, le di la bendición de Dios a ella y al negocio. Dejé los lentes, y los recogí el lunes santo 14 de abril, aunque no me atendió la persona anterior sino una señora que ni me imagino qué puesto ocupa en el negocio.
Pero no todo fue de maravilla, pues a la semana, las lentes empezaron a rayarse cuando los limpié y me preguntaba por qué. Quería regresar a la óptica, sin embargo la semana santa y los trabajos posteriores me impedían hacerlo; me preocupaba que cada vez las lentes se rayaban más. Hasta que empezó a dolerme los ojos y la cabeza. Me decía que tal vez son los estragos de los triglicéridos y colesterol elevados; mas en realidad era que las rayaduras me impedían una visión cómoda y me esforzaba mucho para ver.
Entonces llegó el día propicio para ir a la óptica (miércoles  21 de mayo) y saber por qué las lentes se rayaron tan terribles y tan pronto.
- ¡Uy, padre!-dijo la que me atendió la vez pasada- ¿pero cómo ha pasado esto? seguro alguien lo ha rayado.
-Pero si vivo solo
-Entonces cómo lo ha limpiado.
-Con ese pañito que ustedes dan
-¡No, con ese no se limpia!
-¿Entonces para qué es ese pañito? y si no se limpia con ello ¿para que lo dan?
-No, con ese no se limpia, ni tampoco se limpia en seco. Tiene que limpiarlo con un líquido que le hemos dado.
-Pero a mí no me han dado ese líquido que me dice, sin embargo tengo el líquido que usaba para mis otros lentes.
-Seguro lo ha limpiado con papel higiénico
-Unas veces sí...
-¡No, con eso tampoco se limpia!
Hasta aquí voy descubriendo que el culpable de todo soy yo y por tanto ya nada se podrá hacer; por eso le pregunto que en sí qué solución hay y me responde que no me preocupe que esto tiene que cubrir la garantía porque cómo en poco tiempo puede esto suceder y eso -agrega como resaltando la gran consideración a mi persona sacerdotal- que le he mandado al mejor laboratorio de Lima. Sale con las gafas, me quedo con otra trabajadora que ni se inmuta por mis lentes y me dice, tranquilo padre que eso se resuelve rápido porque la garantía cubre. Al rato vuelve la que me atendió, llama por teléfono. Me dice que las gafas deben ir a Lima para que el laboratorio lo analice y entonces den solución al asunto. No saben cómo agradecí tanta gentileza y una vez más invoqué a los santos y a los ángeles que intercedan por estas personas y estos negocios. La llaman y escucho que dicen que esperan que el laboratorio apruebe la garantía. Le pregunto sobre el asunto y me dicen que no me preocupe que todo va a estar bien, que en Lima lo ven, dan la garantía y se demoran una semana para los nuevos lentes. Pero insisto ¿y si no aprueban la garantía? Me responde no se preocupe padre que lo vamos a solucionar porque la señora Rita no va a quedar mal... ¿pero si no aprueban la garantía qué pasa? insisto y me dicen quédese tranquilo padre porque en un mes y tantos días no puede dañarse y no vamos a desconfiar de usted, aunque padre hubiera tenido cuidado en limpiarlo, etc. etc. Final del discurso y me voy sonriendo y tranquilo porque en realidad mi problema se va a solucionar.
Una semana después llamo a la óptica y me responde:
-Padre, me acaba de llegar los lentes pero vengase para explicarle...
-¿Qué pasó? ¿aprobaron la garantía?
-Es que... mejor venga para explicarle
-Estoy en media hora...-dije y salí contento de casa para recoger esos lentes que tanta falta me hacían.
Llegué, a la cuadra 5 de Pizarro, y estaba la señora que me dio los lentes cuando recién los recogí -esa que ni me imagino qué puesto ocupa en la óptica-, la que estuvo cuando vine a preguntar sobre el por qué de las rayaduras y al rato llegó la que me atendió y en tono trágico, preocupado e indignante me dice que han encontrado rayaduras y puntos en las lunas de los lentes porque lo han manipulado mal, bla bla bla, y en conclusión no procede la garantía y me da para leer una carta de la cual me llamó la atención estas palabras:
"Conclusión: El reclamo no procede ya que el laboratorio solamente ofrece garantía por mal medida y/o desprendimiento de AR..."
Las miro a todas con la sospecha de que me están diciendo que "hasta acá es lo nuestro lo demás es tu problema" y les digo, en fin, qué soluciones me dan porque los lentes que perdí nunca se rayaron y los he limpiado hasta en misa con mi casulla o mi alba, con papel higiénico en seco y hasta con la toalla.
-Lo único que podemos hacer es darle una oferta por 180 nuevos soles...
-O sea tengo que pagar más.
No lo puedo usar como fue originalmente
porque no me devolvieron las lentes oscuras
-Es la única solución, padrecito, ya que ahora hay una oferta... -me dice la que me atendió y entonces le recuerdo que cuando dejé mis lentes de sol nunca me devolvieron mis lunas oscuras y sorprendida dice "¡cómo! ¿no le devolvieron? si todo estaba en el cajón" y se hacen de buscar como si pasado el mes todavía estuvieran allí. Les recuerdo que tampoco me dieron el líquido que dicen tenía que haber limpiado los lentes y la señora que estaba tras el mostrador y ni me imagino -y no tengo por qué imaginarme quién es- me limpia los lentes rayado y no contenta mueve las almohadillas del puente nasal como si supiera cómo me gustan o si supiera que siempre me quedaban mal. La miro y le digo ¿por qué mueve esos alambres? ¿Sabe usted cómo me gustan colocarme los lentes? ¿Acaso no viene eso de fábrica? Y a pesar de lo que le digo se esmera en querer colocarlo lo mejor y le vuelvo a pedir que no lo haga. Luego me ofrece un frasco de líquido para lente y le digo ¿es un consuelo? Se ríe, se ríen, y yo sonrío. Hasta entonces, me he fastidiado a no más y me sentí robado, estafado, engañado, y me invadió una pena, una pena grandota, porque caí en la cuenta de que son CATÓLICOS, mis hermanas en Cristo. En verdad siento lástima porque me han paseado como queriendo quedar bien. Me ofrecen la misma calidad de lentes por 180 soles y me digo en mí qué gran negocio lo de las ópticas porque ofreciendo a esa cantidad siguen ganando. Me dan lástima porque solo son vendedoras, quieren vender, quieren dinero. Gasté una cantidad de dinero por unos lentes que me han servido menos de dos meses; sumo la cantidad de dinero por los lentes oscuros de sol que no me devolvieron pero que compré en GMO; mandaron de vacaciones a mis lentes reclamando una garantía que NUNCA iba a proceder; y me conmovió hasta la tristeza saber que el dinero, solo el dinero cuenta para este negocio ¡Pero, claro, que tonto soy! -me dije- ¡¡¡Es un negocio!!! 
Por eso preferí no aceptar "la oferta" porque solo quieren dinero. Sorpresivamente me quedé tranquilo y me fui.
Sí, y no lo niego, pido perdón por haber deseado de corazón el anatema a la Óptica Rojas... Ahora a comprarse nuevos lentes y a cuidarse de los piadosos y amabilísimos que tienen mucha consideración a los sacerdotes. Esos ya me dieron miedo
¡Vade retro...!