Hace un año y meses que empecé a usar lentes. La verdad no sabía que tengo astigmatismo e hipermetropía; pero además tuve que saber que los lentes no eran cosa económica en realidad y como uno no nada en dinero me pareció oportuno comentarlo con una señora buena quien muchas veces ayuda a seminaristas y sacerdotes. Me recomendó una óptica porque según ella la dueña era una persona piadosa, amabilísima y sobretodo considerada con los sacerdotes. Fui al sitio aquel y aunque la recomendación estaba hecha preferí comprar los lentes en otra óptica porque un sacerdote amigo me dijo que podía conseguir un mejor precio. Y así fue. Y usaba los lentes hasta fines de marzo del presente año porque resulta que me quedé dormido en un bus y como me incomodaban preferí colocarlos en mi morral. El asunto es que los perdí.
Así es que después de un año regresé, el 09 de abril, al oftalmólogo quien me midió la visión y fui en busca de los lentes que me hacían falta con urgencia. Óptica por aquí, óptica por allá y recordé la bendita óptica recomendada. Como venía de escuchar precios increíbles por unos lentes transitions, antirreflex, y no sé qué más, me pareció la oferta muy considerada porque claro, aún recordaba el consejo ese de "Padre vaya a esa óptica porque allí le dan rebaja a los sacerdotes a quienes consideran mucho...". La verdad sentí que el trato era maravilloso y sobretodo el precio ofrecido que incluso me dije a mí mismo que hice una gran compra, aunque la montura que presenté fue de unos lentes toscani de sol que usaba. Incluso la que me atendió me dijo -como en las demás ópticas me dijeron- que tenía que pagar un extra por el tamaño de las lunas, pero llamó, habló y dijo no se preocupe que por el precio que le dije (400 soles) lo hacemos de todos modos y no le vamos a recargar más. En mi corazón, que latía de gratitud y emoción, le di la bendición de Dios a ella y al negocio. Dejé los lentes, y los recogí el lunes santo 14 de abril, aunque no me atendió la persona anterior sino una señora que ni me imagino qué puesto ocupa en el negocio.
Pero no todo fue de maravilla, pues a la semana, las lentes empezaron a rayarse cuando los limpié y me preguntaba por qué. Quería regresar a la óptica, sin embargo la semana santa y los trabajos posteriores me impedían hacerlo; me preocupaba que cada vez las lentes se rayaban más. Hasta que empezó a dolerme los ojos y la cabeza. Me decía que tal vez son los estragos de los triglicéridos y colesterol elevados; mas en realidad era que las rayaduras me impedían una visión cómoda y me esforzaba mucho para ver.
Entonces llegó el día propicio para ir a la óptica (miércoles 21 de mayo) y saber por qué las lentes se rayaron tan terribles y tan pronto.
- ¡Uy, padre!-dijo la que me atendió la vez pasada- ¿pero cómo ha pasado esto? seguro alguien lo ha rayado.
-Pero si vivo solo
-Entonces cómo lo ha limpiado.
-Con ese pañito que ustedes dan
-¡No, con ese no se limpia!
-¿Entonces para qué es ese pañito? y si no se limpia con ello ¿para que lo dan?
-No, con ese no se limpia, ni tampoco se limpia en seco. Tiene que limpiarlo con un líquido que le hemos dado.
-Pero a mí no me han dado ese líquido que me dice, sin embargo tengo el líquido que usaba para mis otros lentes.
-Seguro lo ha limpiado con papel higiénico
-Unas veces sí...
-¡No, con eso tampoco se limpia!
Hasta aquí voy descubriendo que el culpable de todo soy yo y por tanto ya nada se podrá hacer; por eso le pregunto que en sí qué solución hay y me responde que no me preocupe que esto tiene que cubrir la garantía porque cómo en poco tiempo puede esto suceder y eso -agrega como resaltando la gran consideración a mi persona sacerdotal- que le he mandado al mejor laboratorio de Lima. Sale con las gafas, me quedo con otra trabajadora que ni se inmuta por mis lentes y me dice, tranquilo padre que eso se resuelve rápido porque la garantía cubre. Al rato vuelve la que me atendió, llama por teléfono. Me dice que las gafas deben ir a Lima para que el laboratorio lo analice y entonces den solución al asunto. No saben cómo agradecí tanta gentileza y una vez más invoqué a los santos y a los ángeles que intercedan por estas personas y estos negocios. La llaman y escucho que dicen que esperan que el laboratorio apruebe la garantía. Le pregunto sobre el asunto y me dicen que no me preocupe que todo va a estar bien, que en Lima lo ven, dan la garantía y se demoran una semana para los nuevos lentes. Pero insisto ¿y si no aprueban la garantía? Me responde no se preocupe padre que lo vamos a solucionar porque la señora Rita no va a quedar mal... ¿pero si no aprueban la garantía qué pasa? insisto y me dicen quédese tranquilo padre porque en un mes y tantos días no puede dañarse y no vamos a desconfiar de usted, aunque padre hubiera tenido cuidado en limpiarlo, etc. etc. Final del discurso y me voy sonriendo y tranquilo porque en realidad mi problema se va a solucionar.
Una semana después llamo a la óptica y me responde:
-Padre, me acaba de llegar los lentes pero vengase para explicarle...
-¿Qué pasó? ¿aprobaron la garantía?
-Es que... mejor venga para explicarle
-Estoy en media hora...-dije y salí contento de casa para recoger esos lentes que tanta falta me hacían.
Llegué, a la cuadra 5 de Pizarro, y estaba la señora que me dio los lentes cuando recién los recogí -esa que ni me imagino qué puesto ocupa en la óptica-, la que estuvo cuando vine a preguntar sobre el por qué de las rayaduras y al rato llegó la que me atendió y en tono trágico, preocupado e indignante me dice que han encontrado rayaduras y puntos en las lunas de los lentes porque lo han manipulado mal, bla bla bla, y en conclusión no procede la garantía y me da para leer una carta de la cual me llamó la atención estas palabras:
"Conclusión: El reclamo no procede ya que el laboratorio solamente ofrece garantía por mal medida y/o desprendimiento de AR..."
Las miro a todas con la sospecha de que me están diciendo que "hasta acá es lo nuestro lo demás es tu problema" y les digo, en fin, qué soluciones me dan porque los lentes que perdí nunca se rayaron y los he limpiado hasta en misa con mi casulla o mi alba, con papel higiénico en seco y hasta con la toalla.
-Lo único que podemos hacer es darle una oferta por 180 nuevos soles...
-O sea tengo que pagar más.
No lo puedo usar como fue originalmente porque no me devolvieron las lentes oscuras |
-Es la única solución, padrecito, ya que ahora hay una oferta... -me dice la que me atendió y entonces le recuerdo que cuando dejé mis lentes de sol nunca me devolvieron mis lunas oscuras y sorprendida dice "¡cómo! ¿no le devolvieron? si todo estaba en el cajón" y se hacen de buscar como si pasado el mes todavía estuvieran allí. Les recuerdo que tampoco me dieron el líquido que dicen tenía que haber limpiado los lentes y la señora que estaba tras el mostrador y ni me imagino -y no tengo por qué imaginarme quién es- me limpia los lentes rayado y no contenta mueve las almohadillas del puente nasal como si supiera cómo me gustan o si supiera que siempre me quedaban mal. La miro y le digo ¿por qué mueve esos alambres? ¿Sabe usted cómo me gustan colocarme los lentes? ¿Acaso no viene eso de fábrica? Y a pesar de lo que le digo se esmera en querer colocarlo lo mejor y le vuelvo a pedir que no lo haga. Luego me ofrece un frasco de líquido para lente y le digo ¿es un consuelo? Se ríe, se ríen, y yo sonrío. Hasta entonces, me he fastidiado a no más y me sentí robado, estafado, engañado, y me invadió una pena, una pena grandota, porque caí en la cuenta de que son CATÓLICOS, mis hermanas en Cristo. En verdad siento lástima porque me han paseado como queriendo quedar bien. Me ofrecen la misma calidad de lentes por 180 soles y me digo en mí qué gran negocio lo de las ópticas porque ofreciendo a esa cantidad siguen ganando. Me dan lástima porque solo son vendedoras, quieren vender, quieren dinero. Gasté una cantidad de dinero por unos lentes que me han servido menos de dos meses; sumo la cantidad de dinero por los lentes oscuros de sol que no me devolvieron pero que compré en GMO; mandaron de vacaciones a mis lentes reclamando una garantía que NUNCA iba a proceder; y me conmovió hasta la tristeza saber que el dinero, solo el dinero cuenta para este negocio ¡Pero, claro, que tonto soy! -me dije- ¡¡¡Es un negocio!!!
Por eso preferí no aceptar "la oferta" porque solo quieren dinero. Sorpresivamente me quedé tranquilo y me fui.
Sí, y no lo niego, pido perdón por haber deseado de corazón el anatema a la Óptica Rojas... Ahora a comprarse nuevos lentes y a cuidarse de los piadosos y amabilísimos que tienen mucha consideración a los sacerdotes. Esos ya me dieron miedo
¡Vade retro...!
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