jueves, 26 de abril de 2012

SORPRESA, SORPRESA... Y EL RETIRO EN VILLA KOSTKA

No me dejas de sorprender, Dominus; y lo maravilloso es que vienes gratamente como sólo Tú sabes venir, pues la verdad es que ni siquiera tenía motivo alguno para ir hacia la capital del Perú y mucho menos hacia Villa Kostka, lugar que los jicamarqueños o jicamarquinos (bueno, los habitantes de Jicamarca) conocen como El Convento.
Villa Kostka
Sorpresa, sorpresa. La noticia fue para mí, al principio, como algo que no podía ser en verdad y las razones las sabes de sobra mejor que cualquier mortal. Sorpresa que, cuando terminé de asimilarla, me embargó de una emoción entre agradecimiento e incredulidad hasta el día en que regresamos (porque fui con Elí) de Lima. Sí, nos regalaste aquel retiro con el Padre Ignacio Muguiro, quien te ama de modo especialísimo como ya quisiera yo hacerlo, y la vez nos comunicaron que por fin nos regalarías la pertenencia al clero a través de la ordenación diaconal.
El viñedo
Trujillo, Lima, Huachipa, Jicamarca, Villa Kostka y viceversa. La Verdad y La Libertad, el largo camino de amor que nos espera, el diálogo continuo en ti, por ti y contigo. Tantas cosas bellas y la ordenación diaconal.
Confieso que me siento tan empequeñecido y lo descubro ahora por lo inesperadamente que ha sucedido todo; pues aunque aspiraba pacientemente el día con el cual imprimas indeleblemente la certeza de tu llamada, no dejaba de hacer mis cálculos matemáticos y mis lecturas de los signos de los tiempos creyendo conocer el mejor día y fecha del desencadenamiento de tal suceso. Sorpresa grata la mía cuando viene sin que lo espere... Todavía estoy hecho un manojo de alegría compartida.
Con el P. Ignacio Muguiro
Gracias, Dominus, por tan bello detalle. Gracias por tanto bien y aunque sabes mis temores en esta nueva aventura confío verdaderamente en que no me dejarás, no me abandonarás jamás porque soy obra de Tus manos, porque soy obra de Tu amor. Confío, y pondré los medios para hacerlo, en que aquello que empezó bien acabará bien; por eso te pido me des la alegría y la sabiduría para vivir esta nueva etapa como los niños que se abandonan en los brazos de sus madres. 

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