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Nuestro pequeño altar |
Cómo cuesta, Dominus, el trabajo de crear en los fieles una mentalidad de parroquia y desarraigar en ellos la mentalidad de capilla. Los pobres han estado acostumbrados a que el sacerdote sólo venga cuando tenía que venir (cuando había intención de misa, bautismo masivo, festividad patronal o en algunos domingos por la mañana o días que suplían esta celebración de precepto). Te han invocado para que tú de buena manera les envíes a alguien para que los pastoree, para que les hable de ti y seguro han hecho la promesa -no todos como siempre- de apoyar a tu enviado en lo que sea necesario y favorable para la iglesia (el templo) y para ellos, los fieles.
Y mira que ya estoy un mes por estos lares y al parecer les empieza a cansar esto de tener la celebración de tu Santo Sacrificio a diario. He convocado ha reunión, y los pobres no responden como deberían -excepto Limoncarro que ya diré algo-, realizando la reunión con unos cuantos feligreses que no pasan los cinco. Hay tanto por hacer y ya se dan cuenta que los necesito más cercanos y más tiempo para los quehaceres pastorales y organizativos; ya se han percatado que les voy a organizar para realizar pequeños y grandes trabajos en bien de tu casa y en bien de ellos. No hemos tenido casullas -en realidad las que tenemos son de segunda, las que un buen sacerdote ha donado porque ya no les parecía dignas de ti, pero algo es algo- y ahora algunas generosas personas están confeccionando las casullas que serán, no para mí, propiedad de la parroquia y con las cuales tendré que presidir la celebración de tu sacrificio como debe ser en su belleza. No hemos tenido ni siquiera purificadores -en realidad solo tres- pero de buena manera los fieles han ido confeccionando... Nos falta casi todo, desde la pintura en todo tu templo hasta los utensilios litúrgicos con los cuales celebrar tu santa misa.
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Nuestro templo |
Vamos lento, muy lento en realidad. Se han dado cuenta que tener sacerdote perenne no era lo que ellos pensaban: sólo hacer misas y ya. Hay que trabajar primero desde lo necesario. Hay que trabajar y mucho, sobre todo cuando me refieren que la gente por acá es muy acogedora pero poco colaboradora, que les duele mucho -sobre todo a los que más tienen- desprenderse de aquello que no se puede acumular en el cielo: el dinero. La otra vez fui a una botica a comprar pastillas repelentes para los zancudos y en el mostrador se leía un papel donde advertía que ni un céntimo iba a salir de ese negocio para ningún tipo de ayuda. Faltó el dibujo de algún hombre sujetando una bolsa de dinero y con los ojos desorbitados diciendo: "¡nada, nada! ¡todo es mío!". Pobre hombre, cuando muera los gusanos lo van a comer igual. A mí me dio mucho fastidio ese letrero porque hacía evidente su temor a perder un céntimo en cualquier petición de obrar el bien. Estoy seguro que de rato en rato te invoca creyendo que eres tú quien pide actuar así para traer las bendiciones a su negocio, porque me he encontrado con gente que eso asegura, con las manos juntas y mirando al cielo: que eres tú quien bendice a los hombres con dinero y por eso se tiene que conservar esa bendición, como si el dinero estuviera sentado a tu derecha. Ya dijiste, que hay quienes tienen oídos y no oyen. Nos enseñaste que no podemos servirte a Ti y a la vez al dinero... Sabes que oré por los que tienen el negocio y sobre todo por aquel que ordenó que así se proceda.
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Construyendo algunos sanitarios |
Sin embargo quería hablarte de la mentalidad parroquial. Sé que me espera alguna tribulación de los lobos disfrazados de corderos que me atacarán defendiendo al dinero y pidiendo una vez más que te crucifiquen. Ya me lo han dicho, digo, al menos sé quienes son de oídas. Sólo dame temperamento y mucha paciencia para soportar a estos hermanos que me has dado. Dame palabras propicias con las cuales echar por tierra todo aquello que les ata al mal y liberarlos, porque sólo Tú eres el liberador, Dominus.
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